Hace unos tres mil años, cuando todavía no existían los coches, un escritor de aquella época que se llamaba Homero escribió su obra “La Ilíada” en la que contaba lo ocurrido entre el pueblo de Troya y los griegos.
Troya era una ciudad grande, rodeada de murallas para poder defender a sus habitantes y estar preparados para pelear con los enemigos.
En Troya gobernaba el rey Príamo que tenía dos hijos: Paris, un hombre que destacaba por su hermosura allá donde fuera, y Héctor, un hombre valiente y fuerte.
La historia comienza cuando el príncipe Paris caminaba por la ciudad de Esparta (en Grecia) y de repente vio a una mujer de una hermosura inolvidable que se llamaba Helena. Enseguida cayó rendido a sus pies, pero había un problema: Helena era la esposa del rey Menelao de Grecia.
¿Os imagináis lo que pasó a continuación?
El príncipe Paris sin pensarlo ni un momento decidió llevarse consigo a Helena a las tierras de Troya sin que lo supiera su marido, pero claro, el rey Menelao pronto la echó en falta y su furia le desbordó.
Convocó a una reunión a todos los reyes de Grecia para que juntos declararan la Guerra a Troya.
Fueron más de mil naves y miles de soldados los que zarparon hacia Troya para recuperar a la reina.
Consiguieron llegar hasta Troya y rodearon la ciudad. Por el día atacaban sin piedad, mientras que por la noche todos descansaban para recuperar sus fuerzas para el día siguiente.
El fin de la guerra
Entre los griegos había un soldado que destacaba entre los demás por su valentía, Aquiles, quién retó y mató al príncipe Héctor de Troya.
Llevaban diez años de guerra y todavía no había un ganador, pero uno de los reyes griegos, Ulises, pensó que podía construir un enorme caballo de madera en el que pusiera:
«Con la agradecida esperanza de un retorno seguro a sus casas después de una ausencia de nueve años, los griegos dedican esta ofrenda a Atenea»
Este caballo tenía una escotilla por donde entraron los soldados griegos escondidos, mientras que el resto se subió a los barcos para simular que se iban y, como os imaginaréis, los troyanos les creyeron y festejaron que se había terminado la guerra por fin.
Mientras los troyanos festejaban, los griegos salieron del caballo de madera que había sido introducido en la ciudad y abrieron las puertas de Troya.
La guerra terminó cuando el ejército griego entró en Troya para apoyar a los soldados que estaban dentro del caballo.
La ciudad quedó totalmente destruida y ese fue el fin de Troya.